A menos de dos horas de la gran ciudad, Magdalena espera con su ritmo pausado, sus calles tranquilas y su paisaje donde el campo se encuentra con el Río de la Plata. Este rincón bonaerense, aún poco explorado por el turismo masivo, es una invitación a redescubrir la historia y la naturaleza en estado puro.
Un viaje que retrocede en el tiempo
Al llegar, el visitante se encuentra con un pueblo que parece detenido en otra época. Sus orígenes se remontan al siglo XVI, cuando Juan de Garay bautizó la zona como Valle de Santa Ana. En 1611, el Cabildo Eclesiástico la registró como “Pago de la Magdalena” y, con el correr de los siglos, se convirtió en la cabecera de un partido profundamente ligado a la actividad ganadera y agrícola.
Entre el río y la llanura
Magdalena combina el encanto de la llanura pampeana con la magia de la costa rioplatense.
- Playas ribereñas que regalan amaneceres y atardeceres únicos.
- Balnearios y reservas naturales donde el avistaje de aves es protagonista.
- Estancias y ferias rurales que conservan el espíritu criollo.
En cada esquina, la hospitalidad de los vecinos y las tradiciones gauchescas se mantienen vivas.
Espiritualidad y descanso
Además de sus atractivos naturales, Magdalena tiene un fuerte componente religioso: fue declarada Ciudad de la Divina Misericordia por el Papa Juan Pablo II, lo que la convierte en un punto de interés para el turismo espiritual.
Los visitantes que deciden quedarse más de un día encuentran opciones para todos los gustos: desde hospedajes rurales con comidas caseras hasta hoteles con vista al río.
Cómo llegar sin perderse
El acceso más rápido desde Buenos Aires es por la Autopista Buenos Aires–La Plata (Ruta 11), siguiendo hacia el sur. Otra alternativa es tomar la Ruta 36 desde Florencio Varela, una vía directa que conecta con la red interna del partido.
🌾 Magdalena es mucho más que un destino: es una experiencia de calma, tradición y naturaleza a solo un par de horas de la ciudad.